La práctica de la felicidad

Javier Morodo

Aunque el término “amor propio” puede parecer cursi y trillado, su importancia es crucial. En este ensayo, compartiré mi experiencia comprendiendo este concepto, cómo ha cambiado mi percepción, y cómo lo practico para fortalecerlo.

Según Wikipedia, el amor propio es la consideración y estima que tenemos hacia nosotros mismos y esperamos recibir de los demás. Este término está relacionado con la autoestima, pero en realidad va más allá. El amor propio es fundamental para el bienestar psicológico, ya que implica la aceptación de nuestros sentimientos hacia nosotros mismos, incluyendo nuestro físico, personalidad, carácter, actitudes y comportamientos.

Desde hace miles de años los filósofos han debatido en torno a esta idea del amor propio. Para Nietzsche, el amor es un acto de desapego del pensamiento egoísta. Es querer a alguien y luchar contra el deseo de poseerlo para permitir que florezca. Aunque el amor propio parece contradictorio en este sentido, Aristóteles argumentó que los hechos contradicen la teoría del egoísmo. Según él, amar a nuestro mejor amigo es virtuoso, pero también debemos considerarnos a nosotros mismos como nuestro propio mejor amigo. Al final solos llegamos y solos nos vamos, si no logramos hacer las paces con nosotros mismos, vamos a vivir una realidad miserable.

Aunque todo esto suena lógico, la realidad es muy diferente. A menudo, somos la principal causa de nuestro propio sufrimiento, nos exigimos demasiado, nos juzgamos y ridiculizamos a nosotros mismos. Estas acciones son difíciles de percibir, especialmente en primera persona, ya que nuestra propia ceguera, creencias, miedos y apegos nos impiden ver la realidad. Nuestro propio ego nos construye una realidad alterna que nos lleva por la vida con los ojos vendados. O por lo menos esa ha sido mi experiencia.

A lo largo de mis 38 años de vida, he construido una identidad que me ha servido como protección contra mis miedos más profundos, traumas, creencias y exigencias de la sociedad. El ego me ha ayudado a superar grandes obstáculos, a crecer personal y profesionalmente, a alcanzar el éxito en el mundo material y dentro de los estándares de la sociedad.

Sin embargo, la construcción de nuestra identidad a través del ego, por lo general es un reflejo de nuestro lado más oscuro. El problema no radica en el ego en sí, sino en lo que hay detrás de él. En mi caso, por ejemplo, existe un dolor profundo de no sentirme querido, valorado, miedo al abandono, al dolor, a la incertidumbre, el temor a sentirme rechazado, desconectado y fuera de lugar.

La realidad es que no soy la excepción. Todos vamos por la vida enfrentando desafíos y miedos, independientemente de nuestras circunstancias. Cada ser humano tiene sus propios temores, algunos más intensos y profundos que otros, pero la experiencia humana es subjetiva, y por ende, cada quien vive su propio infierno. Por más pequeños que puedan parecer estos problemas, en nuestra propia realidad son catastróficos.

Por esta razón, creamos nuestra identidad alrededor de nuestros miedos, dolor y sufrimiento. Esto nos lleva a construir armaduras o “capas de cebolla”, que sirven de protección, pero que nos alejan de nuestra verdadera esencia. Nos alejamos de la identidad genuina que teníamos en nuestra niñez, y estas capas se acumulan hasta el punto en que ya no nos reconocemos a nosotros mismos.

Recientemente, mi madre me hizo una observación que me pareció sumamente interesante. Me dijo: “Javi, ahora que pasé un buen tiempo con Iker, tu hijo, me recordó lo tierno y sensible que eras de niño”. Respondí con escepticismo: “¿En serio era yo así de sensible como Iker?”. Lo sorprendente de este diálogo es que hoy me resulta difícil ver al niño sensible y tierno que fui. Esto se debe a la armadura de “capas de cebolla” que he construido alrededor de mis miedos y que me ha hecho insensible y duro.

Lo interesante de esta reflexión es que me ayudó a hacer consciente lo inconsciente, a reconocer patrones que sigo y cómo estoy perpetuando mi propio sufrimiento. Hace unas semanas, compartiendo mis retos personales con mi consejo de Cracks Mastermind, me di cuenta de que gran parte del sufrimiento que estaba experimentando en muchos aspectos de mi vida es autoimpuesto. Me di cuenta de que yo mismo estaba generando ese sufrimiento a través de mis propias acciones.

Recientemente, tuve la oportunidad de asistir a un retiro de introspección intensiva en el que, mediante estados alterados de conciencia, pude observar muchos de estos patrones y distinguir entre mi esencia y mi ego. Tuve una experiencia sublime de amor propio, de amor incondicional, ese amor expansivo que es el único fin del universo. A través de esta experiencia, llegué a la conclusión de que ese amor vive dentro de todos nosotros y no se crea ni se destruye, solo se transforma.

Pero lo más importante que aprendí fue que el amor propio se puede practicar. Este concepto va mucho más allá del término romántico e idílico, y creo que no solo se puede practicar, sino que se DEBE practicar, ya que es la clave de la felicidad. El amor propio es literalmente la definición de felicidad.

Existen innumerables formas de ejercer el amor propio y cada persona puede encontrar su propia manera de hacerlo. En mi experiencia, he encontrado 10 prácticas y frameworks que me han ayudado a ejercitar el amor propio y que me gustaría compartir contigo:

  1. Meditación: La meditación es una práctica que permite tener una mente incondicionada, un espacio para observarnos y reflexionar sobre nuestros pensamientos. Para mí, es un acto de consciencia que me ayuda a valorarme y a reconocer mi propio valor. Si te interesa saber más al respecto, aquí te comparto mi experiencia.
  2. Journaling: Escribir es una de las mejores formas de clarificar la mente, ejercer el amor propio al recordar nuestras vivencias y lo valiosos que somos. De hecho, existen estudios científicos que respaldan los beneficios del journaling en terapias cognitivo-conductuales. Si escribir diario puede resultar pesado para ti, te recomiendo un framework que me recomendó mi amigo Miguel Guillén de Sahil Bloom, llamado 1-1-1, que puedes encontrar aquí.
  3. Ejercicio: Además de los beneficios obvios para nuestro cuerpo, el ejercicio también es un acto de amor propio. Recientemente escribí sobre este tema y cómo el ejercicio puede impactar nuestra salud mental.
  4. Chikung: El Chi Kung o Qi Gong es una práctica milenaria china que consiste en el arte de cultivar la energía para que esta circule de manera adecuada y armoniosa dentro de nuestro organismo. Se trata de una gran diversidad de técnicas que comprenden mente, ejercicio físico y respiración para favorecer los estados de calma, mejorar el rendimiento, prevenir enfermedades y generar bienestar a cualquier edad. Yo lo practico 15 minutos por las mañanas. Aquí pueden encontrar más información al respecto y aquí algunas prácticas sencillas.
  5. Random acts of kindness: Los actos de bondad desinteresados son una de las mejores maneras de mostrar amor, compasión hacia los demás y hacia nosotros mismos. Estos actos generan oxitocina, una hormona que nos hace sentir conectados y bien con nosotros mismos. Practicar la bondad con el prójimo y la humanidad es una poderosa forma de amor propio. Te invito a hacer actos de bondad y experimentar su poder. Agenda un par de actos de bondad a la semana y regístralos en esta app.
  6. Reconocerse en otras personas es una práctica que he descubierto recientemente y que encuentro muy poderosa. Se trata de ver reflejadas en las personas que nos rodean las cualidades y áreas de oportunidad que a veces nos resultan difíciles de reconocer en nosotros mismos. Observar las emociones que nos producen estas cualidades y defectos en otros es interesante, ya que a menudo son un reflejo de nuestra propia existencia. Reconocer estas características en los demás nos ayuda a admirar las cualidades que a veces son invisibles para nosotros mismos. Te sugiero que practiques esta técnica en tu día a día, ya que es una herramienta muy poderosa que te ayudará a conocerte, quererte y valorarte más.
  7. Pasar tiempo de calidad con nuestros seres queridos es una forma de conexión y contribución que se encuentra entre los valores humanos más poderosos. Compartir momentos de calidad en presencia y conciencia con tus seres queridos es probablemente el acto de amor propio más importante que puedes realizar. No des por sentado a los que te rodean, sé intencional con estos momentos y haz un esfuerzo por crearlos. Es una forma de demostrar amor propio y de sentirte amado.
  8. La práctica del agradecimiento es sencilla y poderosa. En mi caso, la realizo todas las mañanas durante mi meditación matutina. Consiste en tres partes en las que agradezco lo que ocurrió el día anterior. En la primera parte, me agradezco a mí mismo por cualquier logro profesional, personal o acto de compasión que haya tenido. Esto es importante porque ayuda a construir una nueva identidad positiva. En la segunda parte, agradezco a las personas que me apoyan, incluyendo familiares, amigos y colegas. La intención, energía y amor que se manifiesta en esta práctica se transmite a todos ellos. Por último, agradezco los obstáculos y dificultades que la vida me ha presentado, ya que esto me permite resignificar los problemas como oportunidades. Agradecer estas tres cosas no me lleva más de cinco minutos al día y me ayuda a reconstruir la realidad de mi entorno. Es un gran acto de amor propio.
  9. Construye y vive tus valores: Durante mucho tiempo, di por sentado mis valores y principios, hasta que los plasmé por escrito y empecé a vivirlos verdaderamente. Como en todo en la vida, no podemos vivir lo que no conocemos ni evolucionar aquello que es inconsciente. En mi caso, el libro ‘Principios’ de Ray Dalio me guió en este camino. Por ejemplo, establecí “vivir con coraje” y “crecer con compasión” como principios que me ayudan a tomar decisiones y actuar con coherencia. Esto me hace sentir más feliz y me impulsa a crecer y avanzar constantemente.
  10. Vivir en el presente: Esta última práctica quizá sea la más simple, pero es la más difícil. Es una práctica que solo se comprende con el tiempo y la disciplina. Es consecuencia de años de trabajo, de meditación y de consciencia. Intenta parar en tu día a día y observa la belleza que hay a tu alrededor. Es increíble el milagro que estamos viviendo, hay que valorarlo. Valorar es un gran acto de amor propio.

Pero lo importante no solo son las ideas y la inspiración, sino tomar acción. De nada sirve tener esto en el cajón hay que ponerlo en práctica. Para ello te recomiendo este post en el que hablo de frameworks para lograr tus objetivos en el que menciono muchas herramientas que te pueden servir para implementar estas ideas en tu día a día.

Agradezco profundamente a mis seres queridos, quienes me han enseñado a través de su ejemplo y amor, a amarme a mí mismo.

Deseo de todo corazón que mi experiencia les sirva de inspiración y motivación para mejorar sus vidas.

El amor propio es la mejor práctica para lograr la felicidad.

También te puede interesar