Decía Paulo Cohelo en su famoso libro, “El Alquimista”, que cuando alguien tiene un propósito, el universo conspira para ayudar a lograrlo. Esta parece ser la mejor manera de describir lo que he experimentado este año.
2022 ha sido un año verdaderamente transformador para mí. Al igual que el COVID hace unos años para la humanidad, fue un año que yo no hubiera podido prever antes de que sucediera. Hasta antes de este año había asignado mucho de mi valor personal a temas materiales, de estatus, éxito profesional y poder. Mi carrera profesional me definía, era el lugar donde yo asignaba mi propio valor, casi como si fuera un trofeo.
Si bien estos temas parecen relevantes para la sociedad, todos son espejos de humo. No son espejos de humo por no ser “reales”, son espejos de humo por ser finitos. Son, lo que el budismo llama, “vientos mundanos”; atractivos por fuera, pero vacíos por dentro. La fuente de placer, pero también de dolor al verlos desaparecer.
Dice David Foster Wallace en su discurso de graduación, “Esto es Agua”, un audio que he oído por lo menos cien veces, y que intento escuchar cada dos semanas, ya que me parece una cátedra de vida, que cualquier objeto material que desees te comerá vivo:
“Si idolatras tu belleza, la vejez te hará morir mil vidas, si idolatras tu intelecto, te sentirás siempre estúpido, un fraude”. Explica que la única manera de trascender y tal vez ser feliz, es creyendo en algo más allá de ti, en causas, en movimientos, inclusive en religiones.”
Pero lo más importante de este discurso, va más allá de estas lecciones. Lo verdaderamente importante es nuestra capacidad de ser conscientes, de saber en “qué pensar”, de entender el contexto a nuestro alrededor, de ser compasivos, generosos y de asignarle valor a las cosas que verdaderamente importan. Es un llamado, a esta sociedad que vive dormida, a despertar. Este año ha sido justo eso para mí, un gran despertar.
Este año ha sido un huracán de experiencias que me han recordado que estoy vivo, más vivo que nunca. Que me han hecho cuestionar la verdadera razón de mi existencia. Que me ha forzado a sanar relaciones del pasado, a resignificar mi identidad y a conocer nuevas culturas y formas de vida. Que me han llevado a experimentar estados alterados de consciencia, a descubrir nuevos horizontes, nuevos proyectos y nuevas amistades.
Sigue sorprendiéndome cómo la vida parece estar codificada. Joseph Campbell, en sus libros, “El héroe de las mil caras” y, “El viaje de héroe”, analiza la vida de los grandes profetas de la humanidad y la religión; en ellos narra el camino de profetas como Jesús, Moisés, Mahoma, Buda y muchos otros más. Los caminos e historias de estos maestros fueron muy parecidos, casi una réplica entre ellos.
Pero lo más sorprendente, como bien narra Ray Dalio en su libro “Principios”, es que parece ser una copia exacta de la vida de cada uno de nosotros. Como si estuviera codificado en nuestra existencia. Los altos, los bajos, la vida y la muerte son parte de nuestra esencia. Todo es un ciclo, todo es proceso y la vida es nuestra gran maestra.
Todo comienza por reconectar con uno mismo. Detrás de nuestro ego, detrás de los caparazones y armaduras que hemos construido para sobrevivir, está nuestro niño interno en su esencia más pura. Siempre está ahí. Cuando recordamos quiénes somos, qué nos hace felices y qué nos hace especiales, es entonces que podemos comenzar a resignificar todo.
Porque en efecto, todos los hechos son neutros, y nuestra subjetividad, sistema de creencias y contexto, es lo que nos hace darles significado. Por ello mismo, al redescubrirnos, es que podemos reprogramarnos y a través de esta reprogramación, también resignificar nuestra vida.
Debo confesar que ha sido un año difícil y que he sentido tristeza, nostalgia y miedo. Dejar ir y soltar nuestros apegos es muy doloroso. Pero para renacer, necesitamos que una parte de nosotros muera. En cada muerte hay un nacer. Hoy, después de un gran revolcón, me siento una mejor persona, con muchos retos y temas que seguir trabajando, pero más en paz conmigo mismo.
Hoy comprendo que todo es proceso, que el universo es perfecto y tiene un plan para cada uno de nosotros. Eso no quiere decir que debamos de ser espectadores de nuestras vidas, al contrario, debemos de tomar acción y hacernos responsables. Pero también debemos de ser compasivos con nosotros; yo no lo era, y ahora estoy aprendiendo a serlo.
Siempre había creído que lo importante de la vida era la aventura, las subidas y las bajadas; aprender a ponerlas en perspectiva, contemplarlas y aprender de ellas. Hace unos meses una persona muy especial me dijo una frase que en su momento me causó mucha confusión. Me dijo que lo importante no es la aventura de la vida, sino quién está contigo mientras vives en ella, quién está a tu lado y con quién la compartes.
En su momento no lo entendía. Hoy me hace todo el sentido. Mi familia, mis amigos queridos, mentores, colegas. Ustedes saben quiénes son, les estoy eternamente agradecido. Sin duda, mi mejor inversión. Los retornos de compartir la vida con gente a la que quieres, admiras y está ahí contigo cuando los necesitas, son infinitos. Gracias totales.
Hoy no cambiaría nada, todo ha sido perfecto. Todo es proceso, el universo es perfecto y siempre encuentra la manera de conspirar para que cada uno de nosotros pueda realizar su misión dentro de esta vida.
Nunca dejen de trabajar en ustedes mismos, pero tampoco pierdan la fe, el universo está de su lado.