Lecciones de Grandes Inversionistas Vol. V: Alfredo Harp Helú y Roberto Hernández

Javier Morodo

La participación de la población en los mercados mexicanos de capitales sigue siendo muy baja. Según datos de 2020, en el país hay poco menos de 1 millón de cuentas de inversión. Con todo y que en 2020 se triplicó ese número. Aún así, menos del 2% de la población económicamente activa en México invierte en acciones y valores bursátiles. 

Como ya hemos dicho antes, esto se debe parcialmente a que hace falta mucha inclusión y educación financieras. Si 53% de los adultos mexicanos no tienen siquiera una cuenta bancaria, resulta lógico entender por qué sólo una minoría dispone de y utiliza distintas herramientas de inversión para crecer su patrimonio. El otro factor es la estructura del sistema financiero, pero con esfuerzos como los de GBM y Bitso, eso ya está cambiando. 

Sin embargo, México sí ha producido grandes inversionistas cuya visión a largo plazo sin duda es admirable. Dos de los más reconocidos son Alfredo Harp Helú y Roberto Hernández Rodriguez. Ellos pertenecen a la lista de las personas más ricas del país: según el listado más reciente de Forbes, la fortuna de Harp Helú se estima en $1,200 mdd y la de Hernández en $1,900 mdd. 

Quizás parezca obvio para muchos, pero vale la pena resaltar que su fortuna no proviene de herencias de grandes fortunas familiares. Ambos tomaron buenas decisiones profesionales cuando eran jóvenes, comprendieron los cambios globales que se avecinaban y tuvieron la suerte de estar en el momento y lugar correctos cuando se abrieron los mercados en México. 

Vale la pena observar la historia y consejos paralelos de Harp Helú y Hernández Rodríguez, pues fueron socios durante décadas y su contribución al ecosistema financiero mexicano, que ha sido bastante significativa, ha ocurrido en conjunto. 

Harp Helú nació en la Ciudad de México en 1944 y es contador público egresado de la UNAM con una especialización en la rama financiera y bursátil. Roberto Hernández es originario de Tuxpan, Veracruz, pero estudió la licenciatura de administración de empresas en la Ibero, en Ciudad de México. 

Siendo muy jóvenes los dos –no habían cumplido los 30 años–, se conocieron y fundaron la casa de bolsa Acciones y Valores de México, conocida hasta la fecha como Accival. El año era 1971 y apenas iniciaba el sexenio de Luis Echeverría, que seis años después culminaría con una inflación del 459%, una devaluación del peso de casi 60% y dando pie a una serie de crisis económicas que afectarían negativamente al país en las siguientes décadas. 

En este entorno, Harp Helú y Hernández tuvieron la suficiente visión como para fortalecer al sector empresarial mexicano. Poco tiempo después de su creación, y pese a que nunca llegó a tener más de 300 empleados, Accival logró colocarse en el segundo piso de operatividad en el piso de remates. Durante una participación en un foro en 2015, Harp Helú recordó que en 1976 él y Roberto Hernández lograron colocar a Aurrerá en bolsa aunque se percibía que no había condiciones para hacerlo. Viéndolo en retrospectiva, esta colocación sirvió de parteaguas para que más empresas comenzaran a listarse en bolsa, pese a que llegarían más crisis económicas en los siguientes años. 

Entre 1982 y 1987 –un período de cinco años– Alfredo y Roberto adquirieron lotes de acciones de Telmex para sus clientes aunque el gobierno prácticamente las estaba rematando al público en general a cambio de colocar un teléfono físico en sus casas. Cuando se privatizó la compañía en 1990, Accival poseía 10% de las acciones, lo cual resultó ser un gran negocio. 

En 1991, juntos lideraron la adquisición de Banamex cuando se liberalizó la banca. Quizás para algunos sectores fue muy criticado en su momento, pero volverse dueños de una institución bancaria de ese calibre no era poca cosa. Roberto Hernández fungió como Director General de Banamex entre 1997 y el 2000. En 2001, ambos incrementaron considerablemente su patrimonio individual tras la venta de Banamex a la estadounidense CitiGroup en 2001, que con $12 mil millones de dólares en acciones y efectivo sigue siendo una de las transacciones más grandes que jamás se han realizado entre México y EE.UU. 

Actualmente, Roberto Hernández es presidente honorario del consejo de administración del Grupo Financiero Banamex y ha declarado que todavía tiene el 90% de su patrimonio invertido en varias empresas. Alfredo Harp Helú adquirió Grupo Martí en 2008 en una operación que duplicó el valor del mercado de la compañía, pues compró la totalidad de acciones del grupo casi al doble de su precio. Hoy supervisa éste y otros negocios, pero dedica su vida a trabajar por el deporte y la filantropía.

Pese a que no hay un decálogo formal de los consejos que han ofrecido directamente estos inversionistas, sí podemos concluir tres lecciones principales de su comportamiento y actividades a lo largo de los años.

  1. Invertir en la educación. 

Como ex becado de distintas instituciones, Alfredo Harp Helú dedica mucho de su obra filantrópica a la educación en general. Roberto Hernández también ha mencionado en varias ocasiones su interés por mejorar la educación en México, especialmente en relación a la brecha digital que hoy representa un gran problema. Sin embargo, lejos de la propuesta romántica de mejorar al país al hablar de educación, ambos empresarios han declarado en distintas ocasiones que la preparación académica que tuvieron fue clave para poder participar en el mundo financiero.

“Para invertir bien ayuda mucho la educación, el paso por la universidad. Tienes que evaluar cómo analizar las empresas,” mencionó Harp Helu durante un evento en 2015. 

  1. Trabajar mientras esperas el mejor timing.

Roberto Hernández declaró en entrevista a la revista Forbes que cuando él y Alfredo Harp Helú quisieron comprar Bancomer, “el gobierno se opuso en todas las formas y nosotros en ese momento veíamos que el mundo estaba cambiando muy rápido en el sector financiero”. El año era 1991 y el libre mercado estaba ampliándose por todo el mundo, por lo que ambos empresarios quisieron hacer lo posible para que México pudiera mantener el paso. 

Estar conscientes del entorno global no solo es necesario, sino estratégico. Hoy en día, el sistema financiero global está volviendo a cambiar, y hay que estar observando y preparándose. 

  1. Alcanzar la libertad financiera es lo más gratificante.

Ahora que está parcialmente retirado, Alfredo Harp Helú también dedica su dinero y tiempo al deporte y a la filantropía, especialmente en Oaxaca, donde vive desde hace años. Cerca del 40% de los donativos que realiza su fundación se concentran en proyectos dentro de este estado, pues, según él mismo dice, Oaxaca lo necesita.

“Al manejar mi propia agenda hago lo que yo quiero: trabajando por cosas y haciendo cosas que a uno lo satisfagan en el presente.” Sin duda alguna, de no contar con el patrimonio que tiene, no podría dedicarse a desempeñar estas actividades. Pero es precisamente este el potencial de alcanzar la libertad financiera: poder despreocuparse de la supervivencia para poder hacer lo que nos hace verdaderamente plenos.

Como vemos, en México también hay grandes inversionistas de quienes debemos de aprender. Pero como en la mayoría de los casos, la libertad financiera es lo más importante. Eso no es coincidencia. A invertir se ha dicho.

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