Modelos de Innovación 2.0

Javier Morodo

El primer ensayo de modelos de innovación tuvo mucho éxito, por lo que decidí construir la segunda parte ya que la innovación es un tema muy amplio en el que existen infinidad de frameworks y donde no implica una fecha clara de inicio o de término, sino un proceso de iteración continua. Si realmente queremos que se vuelva parte integral de nuestra empresa debe de ser inclusive parte de la cultura.

Más allá de la elección del modelo de innovación que más nos conviene -recordemos que algunos de los más conocidos son design thinking, lean startup y agile-, la innovación implica otro tipo de decisiones que suelen ser más complicadas. Especialmente cuando la propia innovación representa un problema potencial. 

Pero se preguntarán ustedes: ¿no se supone que ser innovadores es sinónimo de una ventaja competitiva importante en el mundo de los negocios? En principio sí, pero hay muchos ejemplos que muestran conflictos de interés alrededor de la innovación que pueden complicar la situación. Veamos dos concretamente: 

  1. El primero es el famoso Dilema del Innovador. Esta es una teoría bien documentada, propuesta inicialmente por Clayton Christensen a finales de los 90, que intenta explicar el fenómeno psicológico y económico de las innovaciones disruptivas: muy al inicio de su existencia, el valor de este tipo de innovaciones suele ser inferior al de los productos o servicios que ya existen en el mercado puesto que aún no se les encuentra uso o se identifica su verdadero potencial. ¿Qué debe hacer una empresa al respecto?

Es ahí donde aparece el dilema: invertir o no en tecnologías nuevas pero inmaduras. No invertir puede significar una enorme oportunidad desaprovechada que al final ponga en riesgo la propia existencia de la compañía. Pero invertir también es un volado, porque nadie puede predecir el futuro y los recursos invertidos en una tecnología incipiente pueden canibalizar los productos o tecnologías que ya le funcionan a una compañía.

Uno de los casos más famosos de la primera situación planteada es el de Kodak. La empresa identificó la tendencia de la fotografía digital a principios de los 80s, pero desestimó lo grande que podría llegar a ser y decidió seguir robusteciendo su portafolio existente para cámaras tradicionales. El costo lo pagó dos décadas después, cuando los teléfonos inteligentes y las apps como Instagram democratizaron la fotografía y prácticamente desplazaron a los incumbentes de la industria. Kodak se declaró en bancarrota en 2012 -el mismo año en que Facebook adquirió Instagram por $500 millones de dólares.

Por otro lado, la canibalización es algo con lo que ha sabido lidiar Apple, una de las empresas consideradas como las más innovadoras de años recientes. ¿De qué se trata este problema? Se refiere a cuando una empresa introduce un nuevo producto en el mismo mercado que ya domina. Esta es una de las consecuencias no planeadas de invertir en innovación, y para usarla a nuestro favor definitivamente se requiere mucho valor. Steve Jobs inició la tradición dentro de Apple de canibalizar sus propios productos: el iPhone se comió al mercado del iPod, y el iPad compite directamente con el Macbook.

Sin embargo, la estrategia es parte del ADN de la compañía, pues el propio Tim Cook ha mencionado que si ellos mismos no se canibalizan, alguien más lo hará y ahí sí perderían liderazgo. Pero no todas las empresas pueden tener la flexibilidad o el colchón financiero para poder llevar a cabo esta estrategia.

2. El segundo es el ciclo de adopción de la tecnología. Es un modelo sociológico que explica las fases en que una tecnología, usualmente de innovación disruptiva, es adoptada por el mercado. El ciclo se percibe como una curva de campana y cinco categorías distintas de usuarios, descritas a continuación:

    • Innovadores: personas con alta tolerancia al riesgo que son los primeros en probar una nueva tecnología, a pesar de que implique la posibilidad de que fracase.
    • Early adopters: un poco menos propensos al riesgo que los innovadores, pero muy abiertos a probar productos que pueden brindarles una ventaja competitiva
    • Mayoría temprana: gente que puede adoptar cierta innovación después de que los early adopters lo hagan. Se refiere a la mayoría del mercado.
    • Mayoría tardía: adoptan la innovación después que el usuario promedio. Suelen ser demasiado precavidos y prefieren ver resultados o utilidad antes de gastar su dinero. 
    • Rezagados: son los últimos en adoptar la innovación. Suelen ser extremadamente escépticos y dudan muchísimo en aceptar una nueva tecnología. 

Según Geoffrey Moore, el reto principal del ciclo de adopción de la tecnología es pasar de los early adopters a la mayoría temprana. Esa barrera se conoce como “el abismo” (“the chasm”, en inglés), y hace referencia a lo complicado que es volver atractivo para la mayoría un producto que se creó pensando en gente dispuesta a tomar riesgos, como son los early adopters.

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Fuente: Viima.

Los early adopters están satisfechos con un producto mínimo viable; les es suficiente con que tenga la promesa de disrupción. La mayoría temprana, en cambio, no está tan dispuesta a conformarse con algo tan básico o poco comprobado. ¿Cómo logra una compañía innovadora cruzar este abismo entre las expectativas de un mercado y otro?

No hay una receta específica, pero lo que recomienda el propio Moore y otros estudiosos de este fenómeno es que se deben seguir tres pasos clave:

  1. Segmentar y elegir un nicho de mercado para posicionarse como líder
  2. Enfocarse en un nicho específico
  3. Estar consciente de las expectativas del mercado en cuanto a precio, distribución y desempeño del producto. 

El potencial de cruzar el abismo es algo en lo que los inversionistas de capital de riesgo suelen poner particular atención. Si una startup está apostándole a una innovación disruptiva, debe tener la visión suficiente para planear cómo es que va a lograr que se adopte masivamente. De nada sirve tener la innovación más impresionante si al mercado no le sirve. 

Como verán, el tema de la innovación es bastante más extenso, pero igualmente necesario conocerlo a profundidad. Ya que no queremos ser el “Kodak” o “Blockbuster” de la historia, pero tampoco que nuestra idea se pierda en el océano de productos y servicios que existen hoy en día y para ello no hay más que animarse a innovar. Cómo bien dicen, quienes toman riesgos a veces pierden, pero quienes no se arriesgan nunca ganan. No hay de otra es innovar, morir o nunca existir. 

A innovar, pues.