La Historia del Dinero, Parte I

Javier Morodo

En realidad, ¿qué sabemos sobre la historia del dinero? No hablo sobre lo que nos enseñaron en la escuela, porque aquellas son lecciones que vale la pena desaprender. Me refiero, más bien, a los puntos clave que nos permiten comprender la situación monetaria que atravesamos hoy en día. ¿Qué fue lo que nos llevó hasta aquí?

Para comprenderlo a grandes rasgos, voy a retomar un poco de historia que exige remontarnos brevemente a hace miles de años. La creencia general es que el primer tipo de sistema económico que inventó la humanidad fue el trueque, en el que las primeras comunidades intercambiaban bienes o favores por otros. 

Sin embargo, no hay evidencia antropológica que sustente la existencia de un sistema inicial de trueque en el que el intercambio fuera equitativo. En vez de eso, existen evidencias de que el primer sistema monetario estaba basado en el crédito. Las comunidades rurales se debían favores, y existían medios innovadores de registro que los documentaban conforme se iban acumulando con el tiempo, como una deuda. 

Después comenzaron a surgir las naciones estado en Europa y Asia, cuyos gobiernos tenían la principal actividad de mantener y pagarle a sus ejércitos. En este contexto fue que el oro y la plata surgieron como commodities para financiar estos cuerpos armados, sin los cuales no habrían sido posibles los imperios y las exploraciones. 

Estos metales funcionaban bien como dinero porque no hay manera en la que se puedan obtener sin trabajo intensivo: el oro y la plata hay que sacarlos de la tierra y refinarlos. Ambos preservaban el dinero como una señal, que a su vez indica los precios y el estado general de una economía. Si el suministro de dinero permanece igual, todos los cambios en los precios son información que permiten la toma de decisiones. 

El problema fue que con el paso del tiempo, surgió la deflación. Es una fuerza natural en la historia que indica cuando se puede obtener más con menos. Es decir, la riqueza y las cosas que se pueden adquirir con ella se han vuelto más abundantes. 

Un ejemplo es lo que nos permitió hacer el fuego: al descubrirlo para cocinar los alimentos, los humanos pudimos dejar de recolectar tantas semillas y hierbas para poder cocinar la carne animal y así poder obtener mejores nutrientes mucho más rápido. El tiempo ahorrado que permitió el fuego representó un salto enorme en nuestra capacidad para esforzarnos en cosas más productivas. 

En su momento, aún cuando la riqueza se había vuelto más abundante, el suministro del dinero se mantuvo casi al mismo nivel. En el caso del oro y la plata, no crecieron en proporción a la población mundial. De manera inevitable, especialmente con la llegada de la revolución industrial –que, como el fuego, nos permitió liberar nuestro tiempo para dedicarlo a cosas más productivas–, el dinero de oro y plata comenzaron a volverse mucho más valiosos precisamente porque se volvieron más escasos. 

Hace 100 años, por ejemplo, uno podía pagar una cerveza con una moneda de oro. Hoy en día, con una moneda de oro puedes pagar prácticamente una renta mensual. Es decir, es mucho más valioso porque el suministro se ha mantenido prácticamente igual aunque la riqueza ha crecido. 

Esto, a su vez, explica la tendencia de centralización en la que el oro pasó de ser un medio de intercambio a un resguardo de valor. La gente ya no quería guardarlo en su casa porque al ser tan valioso, no puede usarlo para pagar cosas de poco valor. Entonces, las personas comenzaron a dejarlo en resguardo con los orfebres, quienes fueron los banqueros originales ya que no sólo trabajaban el oro sino que lo almacenaban, precisamente, como resguardo de valor. 

Eventualmente, este sistema hizo que incrementara rápidamente el suministro de dinero en las comunidades donde se utilizaba. ¿Por qué? Habiendo, por ejemplo si había diez piezas de oro en reserva, en realidad los orfebres hacían que circulara doble: cada una como pieza en sí y otra más como el certificado de devolución que habían entregado a los “dueños” del oro en resguardo. Los orfebres se dieron cuenta que podían hacer préstamos con este tipo de certificados. De esta manera nació la banca de reserva fraccionaria. 

Por supuesto, este sistema creó burbujas, incrementos de precios, y las primeras crisis económicas. Hay registros que indican que esto ocurrió hace 800 años con los bancos italianos de manera muy similar a lo que ocurrió en la crisis financiera de 2008. El riesgo estaba entonces contenido en cada banco o entidad individual, pero esto generaba mucha incertidumbre por lo cual con el tiempo los pequeños bancos se empezaron a asosciar, empezaron a prestarse entre sí y a cubrir sus pasivos, con lo que se empezó a socializar este riesgo hasta que con el tiempo el riesgo pasó de ser de cada banco a se un riesgo sistémico ya que todos los bancos estaban asociados de cierta manera. Esto luego llevó a la nacionalización.

Lo que provocó esta nacionalización fue la creación de un banco central. El riesgo no se eliminó, sino que se transfirió de los bancos pequeños a todo un sistema. Con el paso de los años hubo infinidad de casos con crisis provocadas por este riesgo sistémico. Pero lo que realmente vale la pena observar es lo que ha pasado desde el siglo XX.

En 1913 se creó la Reserva Federal de Estados Unidos. Tan solo siete años después en 1921 ocurrió la primera de estas grandes crisis en el país, llamada la Depresión Olvidada, producida por una expansión artificial del suministro de dinero. La famosa mano invisible hizo que el mercado se corrigiera de manera natural en 18 meses, pero el error se repitió: el crédito fácil y otro incremento artificial del suministro del dinero provocaron la Gran Depresión de 1929, que fue mucho peor que la primera y que es la que comúnmente recordamos. 

¿Qué hizo el gobierno de Franklin D. Roosevelt, entonces presidente de EE.UU., para intentar reducir el riesgo de otra crisis? Confiscó el oro de todo el país y se lo dio a la Reserva Federal, asignándole un nuevo precio y permitiendo, otra vez, el crecimiento artificial del dinero. Y en el contexto de la Segunda Guerra Mundial, el mundo comenzó a hacer lo mismo. La Europa destruida y el resto del mundo saliendo de la crisis permitieron que se estableciera el sistema Bretton Woods, en el que EE.UU. se convirtió como el Banco Central del planeta. 

Solo tomó 30 años para que EE.U.. imprimiera más dinero del mismo modo en que los antiguos orfebres lo habían hecho, emitiendo certificados provocando una doble o hasta triple circulación del oro. Después, Richard Nixon hizo lo mismo que Roosevelt le había hecho a su propio país, pero ahora se lo aplicó a todo el mundo: confiscó el oro e implementó a nivel global un estándar crediticio, que marco la era del dinero “fiat” en 1971. 

En este punto me voy a detener en esta primera entrega, con esta fascinante y pocas veces contada historia del dinero. Para la segunda parte les contaré lo que ha ocurrido estos últimos 50 años. Hoy estamos enfrentando las consecuencias de una expansión sin precedentes del suministro del dinero.

El que no conoce la historia esta destinado a repetirla.

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