Uno de los recursos más útiles para convencer a que la gente invierta es hacerlos pensar en su retiro. ¿Qué estarán haciendo cuando ya hayan pasado sus años productivos? ¿O cuando hayan decidido alejarse de la empresa que crearon o cuando esté muy próximo el momento de jubilarse?
Cuesta mucho trabajo imaginar esos escenarios porque los humanos estamos hechos para pensar en el corto plazo. No tenemos mayor certeza sobre el futuro excepto el momento que estamos viviendo ahora. Por eso resultan complicados los conceptos como el interés compuesto, los planes a 10 años o las estrategias de innovación, ya sea en las decisiones individuales o en los negocios. Pero al mismo tiempo, los humanos tenemos la capacidad de imaginar escenarios, y gracias a eso es que hemos podido lograr tantas cosas que parecían imposibles.
Con esto en mente, vale la pena repensar la idea general que tenemos sobre el retiro. En esta nueva normalidad, la idea de retirarse laboralmente ya no es exclusiva para los adultos mayores. ¿Es prudente pensar que a los 60 años –la edad a la que ya es posible jubilarse en México– tendremos la suficiente libertad económica para vivir por lo menos otros diez sin trabajar? O más aún, ¿en verdad vamos a querer dejar de trabajar o de ser productivos a esa edad?
Es por eso que en este ensayo, los invito a pensar en la inversión para el retiro sin que el eje de la conversación sea estrictamente el dinero o la edad de 65 años. Puede parecer imposible considerando que tenemos muchas preocupaciones durante nuestros 30s y 40s: familia que mantener, deudas, gastos que pagar, negocios por operar, etcétera. Pero existen tres cambios que están ocurriendo frente a nuestros ojos que van a afectar nuestra vida casi tan rápido como lo ha hecho la pandemia de Covid-19:
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- El trabajo va a cambiar como lo conocemos. Seguramente ya lo han escuchado: cada vez más actividades van a automatizarse, y para todos los que trabajamos en una oficina, la vida laboral ya nunca va a ser la misma. Cuando las escuelas puedan abrir otra vez, quizás será más fácil que hombres y mujeres logren un excelente desempeño haciendo home office. Para ese entonces, probablemente muchas compañías ya se hayan convertido en 100% virtuales o hayan dado la opción de repartir sus horarios laborales entre la oficina y la casa. Con esta flexibilidad, mucha gente comenzará a irse de las grandes ciudades a vivir en lugares más baratos, más amplios y menos urbanos. O incluso se volverán más populares las actividades que nos obliguen a separarnos de las pantallas. Es decir, buscaremos un mayor balance laboral y personal que nos permitirá tener una mejor calidad de vida –y con ella, habrá más probabilidades de envejecer mejor.
- La esperanza de vida va a seguir aumentando. Lo que nosotros consideramos como edad avanzada no es lo mismo que representaba para nuestros papás o abuelos cuando ellos tenían nuestra edad. En 1980, la esperanza promedio de vida era de 66 años, según datos del Banco Mundial. Hoy es de 75 años; es decir, en poco más de 40 años ha aumentado un 13.6%. Podemos esperar un crecimiento parecido o superior en las próximas cuatro décadas. Y si procuramos tener una mejor calidad de vida y adoptamos hábitos saludables, fácilmente podremos llegar a los 65 en óptima forma. Además, la ciencia está avanzando cada vez más rápido. Esto nos obliga a pensar en una vejez distinta: una que no sea sinónimo de limitaciones físicas o mentales, y que a su vez nos dé más libertad y tiempo de movimiento y ocupación.
- Estamos a punto de ver un cambio drástico en los mercados. Entre la popularidad cada vez mayor de las criptodivisas, el enorme problema de regulación que están enfrentando los stocks más populares del mundo –incluyendo Amazon y Tesla–, la dependencia cada vez menor que tendremos del petróleo, así como el incremento de opciones para invertir, los mercados se van a ir modificando con mucha mayor rapidez que hace décadas. Esto no debería ser un factor negativo para empezar a invertir hoy a largo plazo; solamente sugiere que hay que ser muy analíticos al hacerlo.
Tomando todo esto en cuenta, podemos ver que planear nuestro retiro no es necesariamente pensar en que necesitamos dinero para sobrevivir a partir de los 60.
Podemos pensar en dejar de trabajar antes, seguir siendo económicamente productivos después, o diseñar un plan de vida que incluya, por ejemplo, años sabáticos. Ahora bien, ¿cómo prepararse para cualquiera de estas opciones? Les comparto estos factores en los que hay que invertir para lograrlo:
- Una vida más sana hoy mismo. Para tener mejores hábitos, no necesitamos comenzar a sentir dolores o a que nuestro médico nos lo indique. Como ya hemos hablado, cambiar de dieta, dormir más y hacer ejercicio son tres factores que contribuyen a un desempeño físico y mental óptimo –quizás el que necesitas para tomar decisiones de negocios con mayor claridad, o incluso a ser mejor líder. Empezar hoy es garantía de una vejez mejor.
- Creer en el poder del interés compuesto. Es una de las pocas cosas que solo mejoran con el paso del tiempo. Basta con el ejemplo de Warren Buffett: ha visto multiplicar sus inversiones desde que tenía 11, por lo que a sus 90 suma ya ocho décadas de acumulación exponencial de sus rendimientos. La mayoría de su riqueza la ha obtenido a partir de que cumplió 50 años. De haber comenzado a invertir siendo mayor, no habría acumulado la riqueza que hoy lo hace famoso.
- Asegurar la libertad financiera. Insisto en que pensar en un retiro temprano o una vejez productiva pueden parecer una locura en nuestro contexto actual, pero no debería ser un obstáculo para enfocarse en lo clave: la necesidad de alcanzar la libertad financiera. De esto ya he hablado en otras ocasiones. El dinero no es sinónimo de felicidad, pero sí es clave para poder alcanzar nuestro máximo potencial.
Pensar en invertir a largo plazo con rendimientos estables, encontrar el tipo de inversiones que mejor nos convienen y, sobre todo, conocer todas nuestras opciones sin duda son un paso que, mientras más jóvenes tomemos, más rápido nos mostrará sus beneficios para poder planear una vida plena mientras más edad tengamos.
Entre antes comencemos a invertir, mejor. El mejor momento para comenzar a invertir es hoy.