Biohacking 4: El poder de la mente y el efecto grupal 

Javier Morodo

Hace un año empecé un experimento. Junto con un grupo de amigos, decidimos hacer una dinámica para crear un hábito que todos consideramos muy importante: ejercicio.

Aunque nuestro principal objetivo era fomentar el hábito de ejercitarnos todos los días, con esta dinámica también buscábamos mantenernos comunicados y presentes debido al distanciamiento social que trajo la pandemia. 

La dinámica funcionó de la siguiente manera:

  • Creamos un grupo en WhatsApp en donde participaron cerca de 10 amigos muy cercanos. 
  • Todos los días, enviamos un video al grupo haciendo ejercicio o un mensaje donde lo documentamos. 
    • Cualquier tipo de ejercicio era válido. Cada miembro tuvo su propio criterio al respecto. 
    • Podía ser un video con unas palabras mientras se empezaba un trote o una caminata larga, o un time lapse del circuito de pesas, Crossfit o algún otro ejercicio que no implicara mucho desplazamiento.
    • Con el tiempo, también empezamos a aceptar registros de ejercicio en aplicaciones como Garmin, Training Peaks o Strava. 
  • Quien menos días de ejercicio hiciera a la semana, pagaba mil pesos, que se repartían entre el grupo.
  • Un día a la semana era de descanso. Si todos hacían por lo menos seis días y no había perdedor, se acumulaban los mil pesos para la siguiente semana.
  • Llevamos la cuenta semanal y también un récord histórico para poder tener un ranking general acumulado.

Conforme fue pasando el tiempo, las reglas fueron mejorando y todos empezamos a apretar la competencia, ya que tengo un grupo de amigos bastante competitivo. A los pocos meses, todos teníamos relojes para medir nuestros entrenamientos y empezamos a aprovechar las aplicaciones para ir observando nuestro avance personal. 

Después, comencé la misma dinámica con un segundo grupo de amigos, que también se mantiene vigente. En ambos grupos han destacado un par de personas que se han clavado mucho y ya están haciendo entrenamientos de muy alto rendimiento. A través de nuestra dinámica, ellos pudieron descubrir una pasión interna que los ha llevado a romper muchos tabúes sobre sus propios límites físicos y mentales.

Además del desarrollo de atletas en potencia, el aspecto social de los grupos que formamos también resultó ser una gran sorpresa. Entrenar de este modo sí nos permitió estar en comunicación durante estos momentos de distanciamiento social: tuvimos puntos de contacto casi todos los días mediante un breve mensaje, chiste o anécdota y también nos permitió continuar esa conexión que antes teníamos en otros eventos sociales. 

Ahora que la pandemia lo ha empezado a permitir, hemos estado haciendo ejercicio grupal los fines de semana. Esto ha generado nuevos espacios de convivencia que antes eran inexistentes. Hemos reforzado nuestra amistad a través de esta dinámica de una manera que jamás hubiéramos podido predecir cuando iniciamos el experimento. 

Pero sin lugar a dudas, lo más importante ha sido que todos nos hemos podido demostrar que somos capaces de lograr cualquier propósito. Hemos sido testigos del poder que tiene nuestra mente y del tamaño de nuestra determinación; de la importancia de ser constantes y del poder del interés compuesto en este tipo de actividades personales.

Hace un par de años, leí el libro de Atomic Habits, de James Clear. Si aún no lo han leído, lo recomiendo mucho.

Este hilo de twitter menciona algunos de los aprendizajes del libro sobre la construcción de hábitos.

Pero hubieron 3 que fueron fundamentales durante este experimento y que mis grupos de amigos y yo pusimos en práctica: 

  1. El poder de la constancia. Durante el tiempo que duró esta dinámica, estuvimos tentados a poner metas cuantitativas y generales; por ejemplo, que todos corrieran por lo menos 5 km diarios, que cada entrenamiento quemara por lo menos 300 kcal o que cada quien mejorara sus repeticiones en X porcentaje. Pero la realidad es que ese no era el objetivo. No queríamos convertirnos en atletas de alto rendimiento. Lo único que buscábamos era crear el hábito de hacer ejercicio, de darnos la oportunidad todos los días de hacer lo que cada uno considerara ejercicio, fueran 10 minutos de abdominales o medio maratón. El puro hecho de ponernos unos tenis con la intención de movernos empieza a condicionar a nuestro cerebro a hacer ejercicio, y con ello se crea el hábito. Créanme: lo comprobamos.
  2. El poder de las cosas sencillas. No hay mejor consejo para hacer las cosas que optar por una manera simple y práctica. Entre menos fricción exista para hacer una actividad, más veces se va a realizar. No hay que caer en la trampa de volver las cosas demasiado complicadas o metas imposibles, porque corremos el riesgo de desincentivarnos conforme va pasando el tiempo. 
  3. El poder de los grupos sociales: Quizá el factor más importante detrás del éxito que tuvo este experimento fue que nos motivamos de manera colectiva y ejercimos presión social. No en balde dicen que cada persona es el resultado de los 5 individuos más cercanos a ella. La realidad es que somos seres sociales, por lo que el reconocimiento –o la falta de– que te brinda el grupo social al que perteneces ejerce un gran poder sobre tus decisiones y motivaciones. En Atomic Habits se habla mucho sobre buscar grupos sociales afines a los hábitos que quieres desarrollar. Sin duda es una buena opción, aunque otra es ayudar a tus grupos sociales existentes a generar los hábitos que quieres desarrollar. En nuestro caso, este último punto nos funcionó bastante bien. 

Los resultados generales de nuestro grupo después de un año: 

  • 10 personas sumamos un total de 2,913 días de ejercicio.
  • El promedio de días de ejercicio individual: 5 días a la semana.
  • Quienes menos ejercicio hicieron cumplieron con 4 días a la semana –que es muchísimo, sobre todo para personas que previo al experimento no se ejercitaban ni un solo día.
  • Subimos más de 2,000 videos.

Así que si quieren comenzar a hacer ejercicio y seguir en contacto con sus amigos, aquí tienen la respuesta: un grupo de motivación y seguimiento es una gran manera  para crear el hábito y convivir. 

Como ya les he dicho antes, soy bastante obsesivo con mis metas y propósitos. En estos últimos años me he propuesto crear algunos hábitos transformacionales y conforme ha ido avanzando el tiempo, he llegado a proponerme intentar hacer ejercicio todos los días para lograr 365 días consecutivos, sin parar. 

Esta semana logré este ansiado hito. Hubo días en que llegué a pensar en detenerme para evitar que mi tendencia obsesiva siguiera creciendo, pero en esos momentos recordaba una frase que me dijo un gran amigo a quien admiro mucho y ha estado en el programa de Alcohólicos Anónimos desde hace ya varios años. En AA tienen un dicho: “Solo por hoy y siempre hoy”. Esa es la manera en la que he decidido seguir no solamente este reto del ejercicio, sino cualquier cosa en mi vida. La persona que quieras ser mañana, lo que quieras lograr, tener o conseguir mañana… empieza hoy. 

A lo largo del tiempo, he comprobado que el poder de la mente es simplemente inexplicable; que podemos lograr lo que sea que nos propongamos, siempre y cuando tengamos la determinación y la valentía de hacer lo necesario para lograrlo. La verdadera fortaleza está en la mente. Siempre lo he dicho, el “limite no es el cielo, el limite es la mente”.

Pero para ello también hay que tener sistemas de apoyo: tu círculo más cercano, que puede ser tu familia, tus colaboradores o tus amistades. Hay que aprovecharlos al máximo ya que ellos van a ser tu roca en los momentos de debilidad; esos que no puedes evitar pero sí elegir ignorar y seguir adelante. La mente y las amistades hacen posible lo imposible.

No me crean a mi, no tomen mi palabra por hecho, vívanlo, esa es la verdadera inspiración.